lunes, 11 de mayo de 2015

EL QUE CAMBIA LOS TIEMPOS

EVITA DAR COCES CONTRA EL AGUIJÓN



“El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues;
dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.
Hechos 9:5
Imagina tomar una puntilla, clavarla en la pared a la altura de tus tobillos, luego, darte la vuelta y de espaldas arremeter contra la puntilla con tu talón…doloroso ¿verdad? Dar coces contra el aguijón” era una expresión proverbial de la época, basada en la imagen de un buey que da patadas contra la misma aguijada con que el boyero lo estimula. El aguijón consistía en una vara aguzada en la punta que sirve para hacer avanzar a una pareja de bueyes. Las palabras del Señor al apóstol Pablo al momento de su conversión, narrada en Hechos 9 y 26:9-18, indica que Pablo no estaba en contra sólo de la forma de pensar de unas personas sino que estaba totalmente en contra de Jesucristo el Salvador del mundo. No estaba persiguiendo solamente a los seguidores de Cristo, sino que perseguía a Cristo mismo.
El aguijón del gr. kéntron (κέντρονde kentéo (κεντέω) indica la acción de perforar un punto central y también se utiliza figurativamente como veneno aguijada (figurativamente impulso divino). En el hebreo cots (קוֹץen sentido de pinchar y causar mucho dolor, aguijón. En ambos casos aquello con que se pincha para causar un gran dolor. Lo que hacía el apóstol Pablo o Saulo de Tarso, antes de su conversión, en vez de conducirlo a la presencia de Dios lo alejaba por un camino donde le aguardaba su propia destrucción. Pero, para fortuna suya, el aguijón causó el dolor necesario para hacerlo entrar en razón convirtiéndose en heraldo del evangelio a los gentiles.
Es triste ver a personas dar “coces contra el aguijón”, que pretendiendo destruir a los cristianos se hacen perseguidores de Cristo. La palabra de Dios es el “aguijón” y los que se oponen a ella son, como dice el salmista, los asaetadores: “Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón”. (Salmos 11:2). Este es el misterio de la iniquidad que está en acción hasta el presente y que pronto será quitado de en medio, para que los que aguardan en medio de muchos sufrimientos la esperanza que no avergüenza, vean el fin de los que niegan a Dios (2 Tesalonicenses 2:7). Estos son los apóstatas que se levantan contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto.
Apostasía, gr. apostasía (ποστασίαsignifica deserción de la verdad. Muchas son las personas que hoy día prefieren atender a todo tipo de fábulas y pensamientos que apelan a una conciencia que sublima el ego por encima de la voluntad y los propósitos de Dios. Esto es lo que vivimos al presente, donde gran parte de la humanidad tiene comezón de oír la Palabra de Dios, el aguijón de la verdad, que puede transformar el alma: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. (2 Timoteo 4:3-4). Innumerables personas son las que prefieren buscar las respuestas para su vida por un camino apartado al de Dios, siendo engañados y llevados a un estado de cauterización de la conciencia donde la Palabra de Dios no halla cabida. Escuchando a espíritus engañadores que sólo los llevan cautivos e indefensos hacia las obscuras profundidades de la apostasía (1 Timoteo 4:1).
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.  (2 Tesalonisenses 2:3-4). Todo aquel que niega la eficacia de la Palabra de Dios niega a Cristo. Cristo es el Verbo eterno, la palabra hecha carne (Juan 1:1-14) y sólo Su Palabra puede conducirnos a un verdadero estado de conciencia universal como hijos de Dios: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. (Hebreos 10:19-23).
La Palabra de Dios es un aguijón que causa dolor, el dolor de revelar tu corazón, para mostrarte el estado de tu alma sin Cristo: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12). Ella es el bisturí con que Dios opera el milagro de hacer de ti una nueva criatura que sirva a Sus Planes y Propósitos. Como cuando te enterrabas en la mano una astilla de madera y sólo podía ser retirada con una espina del árbol de limón. Es la espina que sirve para sacar aquello encarnado que causa el dolor de una vida apartada de la voluntad de Dios.
De modo amad@ que ninguna mentira puede proceder de la verdad (1 Juan 2:21), no caigas en el engaño y persevera en aquello que Dios te habla en Su Palabra (la Biblia), la cual los indoctos e inconstantes tuercen para su propia perdición (2 Pedro 3:16). Se levantarán muchos falsos cristos y harán señales y prodigios para engañar a los incautos que no reciben el amor de la verdad para ser salvos (2 Tesalonicenses 2:8-12). Así que, tú permanece firme en lo que enseña la Palabra de Dios (La Biblia) para que no seas un niño fluctuante, llevado por todo viento de doctrina. Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcas en todo en aquel que es la cabeza de todo, Cristo. (Efesios 4:14-15). Dios ha prometido poderosas y maravillosas recompensas para quienes con fortaleza, dominio propio y sencillez de corazón perseveran en creer y atesorar Su Palabra.

“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. (Mateo 10:22)

Que el Dios de los cielos y la tierra, el Omnipotente, te Bendiga y te guarde en todos tus caminos en Cristo Jesús. Amén

martes, 24 de marzo de 2015

¿Dónde conocer a Dios? Quizás busques en el lugar incorrecto.


Articulo Sustraído de La pagina http://sdejesucristo.org/
 
Aquel que ha sido limpiado por la sangre de Cristo es alguien que anhela conocer más a Dios. No solo lo anhela, sino que conforme a lo que nos enseña Pablo en Colosenses 1:10 debe hacerlo: “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios”. Conocer a Dios es una parte vital de la vida eterna que se nos ha regalado por gracia. En Juan 17:3 Cristo mismo dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Mi pregunta para ti es: ¿Estás conociendo a más Dios?
¿CÓMO PODEMOS CONOCER A DIOS?
“Cuando un cosmonauta ruso regresó del espacio e informó que no había encontrado a Dios, CS Lewis respondió que esto era como que Hamlet entrara en el desván de su castillo en busca de Shakespeare”, Tim Keller.
Humanamente no tenemos mayores posibilidades de conocer a Dios como las que tiene Hamlet de conocer a Shakespeare o Sherlock Holmes de conocer a Arthur Connan Doyle. La única manera en que esto suceda es que el “Gran Autor” se dé a conocer Él mismo a su creación. Y quiero mostrarte con las Escrituras que no es que nosotros conocimos a Dios sino que es Él quien se nos ha dado a conocer:
“Dios,habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo”, Hebreos 1:1-2.
Vemos en este pasaje que es Dios quien toma la iniciativa de hablar al hombre, por medio de los profetas (que hablaban de parte de Dios al pueblo) y en estos tiempos que vivimos (que son los últimos tiempos desde la primera venida de Cristo) nos ha hablado por Su Hijo, Dios hecho hombre, como el clímax de su revelación. “Él es la imagen del Dios invisible”, proclamaColosenses 1:15 mostrándonos a Cristo como la mayor revelación de Dios: Él mismo, la segunda persona de la Trinidad.
LA AUTO-REVELACIÓN DE DIOS
La palabra “revelación” significa: “Descorrer un velo para poner de manifiesto lo que antes fue escondido” 1. Todo lo que se conoce de Dios nos sería oculto y ajeno si no fuera que Dios mismo “ha corrido el velo” y nos ha mostrado cómo es Él. En el libro de Job, vemos a Zofar declararle a Job esta verdad de la realidad que el hombre no puede por sí solo conocer a Dios (Job 11:7-8):
“¿Descubrirás tú las profundidades de Dios?
¿Descubrirás los límites del Todopoderoso?
Altos son como los cielos; ¿qué harás tú?
Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber?”
También encontramos el ejemplo de los Salmos, en repetidas ocasiones los salmistas claman: “Enséñame Dios… tus estatutos, tus caminos, tu voluntad y tu palabra” (Salmo 25:425:527:1186:11119:122633646668124135;143:810). El conocimiento de Dios viene de Dios mismo hacia el hombre. “No podemos comprender a Dios, a menos que él se acomode a nuestro nivel”, dijo Juan Calvino 2. Si Dios no se nos revela no podríamos conocerle.
¿CÓMO ES QUE SE REVELÓ DIOS?
A través de Su Palabra. Como dice el texto que citamos de Hebreos 1, que Dios habló en tiempos antiguos por los profetas (Moisés, Elías, Samuel, Daniel, etc…) y en estos tiempos nos ha hablado por el Hijo: Jesucristo. Dios “expiró” las Escrituras (ver 2 Timoteo 3:16) y por ella podemos conocerle.
Kevin Halloran hablando de cómo Dios se ha revelado a lo largo de las Escrituras, dice: “El Antiguo Testamento prepara el camino para y apunta a Cristo, mientras que el Nuevo Testamento revela y explica quién es Él. El Antiguo Testamento despliega una “sombra” de Cristo, y en el Nuevo Testamento Lo experimentamos (vea Colosenses 2:16-17)”.
Toda la revelación de Dios se encuentra en las Escrituras ¿Es allí donde estás buscando conocerle?
¿DÓNDE ESTAMOS BUSCANDO CONOCER MÁS A DIOS?
Él ha determinado darse a conocer hoy en las Sagradas Escrituras, ¿por qué buscar conocerlo en otro lugar? A veces simplemente los interrogantes de este tema se resuelven pensando en esto.
Algunos dicen que se puede conocer más de Dios a través de una búsqueda en oración con hambre y sed por ello. Pero yo creo que debemos dividir las aguas aquí. Por un lado, no debemos confundir lo que es vivir una real comunión diaria con Dios con tener un mayor conocimiento acerca de Dios. Tu comunión con Dios a través de la oración, no puede reemplazar tu lectura bíblica y tu estudio bíblico. Ambos, deben caminar de la mano. Porque si no, tendrás oraciones fuera de la voluntad de Dios (que se conoce en Su Palabra), o tendrás mucho conocimiento bíblico sin un corazón que ha sido quebrantado en la comunión con el Señor.
Si nosotros no somos fieles en estudiar nuestras Biblias para conocer más a Dios, sus atributos, su carácter, no podemos pretender que ese conocimiento nos sea dado fuera del agente que Dios determinó para ello: Su Palabra. Y buscar conocer a Dios a través de Su Palabra no es ser poco espirituales, al contrario, ¿cuál es una de las obras del Espíritu Santo en el creyente? ¿No es acaso recordarnos las Escrituras? Vemos el caso del Señor y sus discípulos enJuan 14:6: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho”.
BUSCANDO EN EL LUGAR CORRECTO
Mucho podría decirse sobre este tema y mi propósito al escribir esto simplemente ha sido plantar semillas para animarte a conocer más a Dios a través de Su Palabra y no fuera de ella. Las experiencias espirituales (como sueños, visiones, etc.) no pueden jamás darnos a conocer algo más de Dios que no esté expresado en las Escrituras, y si ya está expresado allí todo lo que tenemos que conocer de Dios, entonces, no necesitamos otra revelación.
Conocer a Dios a través de la Escritura producirá en nosotros reales y más profundas experiencias espirituales, como la gratitud por una salvación inmerecida, el gozo de saberse perdonados en Cristo, la humillación ante la grandeza de Dios, el quebrantamiento de un corazón que reconoce su necesidad de gracia, entre muchas otras más. ¿Te perderás semejante experiencia?